Saluda
Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, navegando mar adentro, contando con la ayuda de Cristo. Y en este nuevo milenio, sigue vigente el mandato de proclamar públicamente el Evangelio. Como el mismo Jesús nos indica:
«Lo que os digo de noche, decidlo en pleno día; y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde la azotea.» (Mt 10, 27)
En nuestros días, las azoteas y los terrados de los edificios se nos presentan, casi siempre, como un bosque de transmisores y antenas que envían y reciben mensajes de todo tipo desde los cuatro costados de la tierra. Es de primordial importancia asegurarse que, entre esos mensajes, no falte la palabra de Dios. En la actualidad, proclamar la fe desde las azoteas significa hablar con las palabras de Jesús a través de las nuevas posibilidades que ofrece el mundo digital.
Hoy es necesario llevar al mundo digital el testimonio de la fe. En los primeros tiempos de la Iglesia, los Apóstoles y sus discípulos llevaron la Buena Noticia de Jesús al mundo grecorromano. Así como entonces, la evangelización tuvo necesidad de una atenta comprensión de la cultura y de las costumbres de aquellos pueblos paganos, así también ahora el anuncio de Cristo en el mundo de las nuevas tecnologías requiere conocer estas en profundidad para usarlas después de manera adecuada. Porque ahora nuestra tarea consiste en evangelizar este nuevo “continente digital”.
Como ha dicho el Papa Benedicto XVI, es necesario participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio, anunciando a Cristo, para que así la Palabra navegue mar adentro hacia las numerosas encrucijadas que crea la tupida red de autopistas del ciberespacio.
Historia
Un grupo de vecinos de las urbanizaciones Alfinach y Monasterios de Puçol constituyeron una asociación con el propósito de construir una ermita, para la celebración del culto católico en un lugar digno. Los terrenos fueron donados por la empresa Uralsa S.A. La imagen de Nuestra Señora de Alfinach que preside el templo es obra del escultor español Carlos Verdú. El Cristo de la capilla de la comunión fue donado por la familia Prósper.
La Ermita fue consagrada por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Valencia, D. Agustín García-Gasco Vicente, el 21 de Junio de 1998. Así comenzó la andadura de esta iniciativa, de unos pocos para todos.
En 2013, celebramos solemnemente el XV aniversario de la bendición y consagración del altar. La Eucaristía fue presidida por D. Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia, quien bendijo la escultura de san Juan Pablo II situada en el jardín de la parroquia.
El 24 de febrero de 2017, la ermita fue erigida como parroquia según decreto del Emmo. y Rvmo. Sr. Cardenal D.Antonio Cañizares Llovera.
Con la erección de la nueva parroquia de Nuestra Señora de Alfinach y del Cristo del Valle de los Monasterios, nos sentimos muy agradecidos de poder ver culminada nuestra aspiración de hace casi veinte años. Nuestro deseo no es otro que el de testimoniar, anunciar y celebrar nuestra fe y promover la acción caritativa y social, bajo la guía de nuestro Padre y Pastor, D. Antonio Card. Cañizares, a quien le agradecemos su inestimable ayuda.
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